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Ventajas de lo auténtico

“No tiene nada que demostrar, por eso sale tan bien”. Aquel tipo barbudo y greñoso en el estudio fotográfico, quieto, tranquilo, sin sonrisas tímidas, ni gestos raros ni poses. Qué más da tener una cámara en fente, no frunciría el ceño ni aunque fuera un pelotón de fusilamiento. Dos, tres, y cuatro flashes, fin de la sesión, todo viento en popa; aquella mañana aprendí que lo auténtico también tiene ventajas estéticas. “Así da gusto”, dijo el fotógrafo.

Napoka Iria, diría yo, ha ido al estudio con la actitud de aquel tipo, y se nota. Se han hecho un retrato en Arnasten ikasteko berriz y no hay sonrisas tímidas, no hay gestos raros, no hay poses. El dúo mantiene la misma base; son ellos sin duda, la foto no miente. Pero, ¿se han cambiado de ropa, o de peinado, o algo? Ah, no, son las voces, las melodías bailan en intervalos más cortos; y la tensión antes acumulada en ciertos puntos de las canciones se encuentra ahora más dispersa; los arreglos son más atmosféricos y en general, creo que se inclinan más al sonido indie-folk. Expresan más con menos, o aprovechando el título de la penúltima canción, Erantziz jantzi, se han desvestido para volverse a vestir.

Y luego están los detalles: el arañazo eléctrico que cierra Izotzetan erre; el ritmo de batería que lleva más y más lejos el tema Disonantziak, acompañado de ese punteo desértico; el riff de Kontra, todo un viaje a los 90; o esa conversación entre el fondo ruidista y el arpegio acústico en Erantziz jantzi. Han cuidado los detalles, se nota.

En cuanto al concepto, también hay una evolución, comenzando por el ambiente ahogado y asfáltico de Etxeorratz al tema que cierra el disco, Distantziatik, en el que Miren y Ander andan descalzos en el bosque, “baso bihotzean ortozik”. Cuando el CD ha dejado de girar ya han caminado hasta gastar las aceras y encontrar la hierba que habita debajo. Y tu, escuchándoles, ni te has dado cuenta del proceso. Es porque lo han hecho bien. Ventajas de lo auténtico.