Otro año más, las hojas han comenzado a caer. El calor a huido y cada vez que miramos al cielo, dan ganas de no salir de casa. El calor de casa es el que se guarda en el corazón. Hablando de casa, Bonberenea es nuestra casa. Hemos cumplido un año más es esta casa, que es nuestra, que la hemos hecho nuestra. Son 19 los años que hemos pasado entre estas paredes y continuamos sin olvidar los comienzos. Seguimos trabajando con la misma ilusión del principio, manteniendo el empeño. Muestra de esto es seguir organizando cosas tras tanto tiempo. Esta casa mantiene la misma dinámica de siempre, hoy conciertos, y mañana, más. Encontramos nuestro lugar como dinamizadores de la cultura que aún hoy, no se encuentra alrededor; y en ese empeño continuamos. 19 años, son el equivalente de la vida de muchos jóvenes que aquí colaboran; no es poco tiempo. La casa sufre mucho cambios, siendo el espejo del cambio que nosotros mismos damos. Siempre hay cambios entre estas paredes, por que los cambios, significan algo nuevo. El trabajo de mejorar la casa es interminable. Siempre hay algo que hacer; si no es una pared, es algún tipo de remodelación. En esa linea, hemos renovado la cocina y el almacén, hemos cambiado las cosas de la barra, construído una txabola en el exterior y traer nuevas herramientas para el taller. Aparte de esto, la cultura es algo que hay que hacer con color, y con color, pintamos nuestras paredes. En este sentido, como cada año, el tolosarra NEOR ha vuelto a hacer de las suyas. Cuando el verano se tiñe de otoño, pintar de color las grises nubes. El proceso de autoaprendizaje también se mantiene intacto. Hay oportunidad de aprender todo tipo de cosas: un instrumento, a ser técnico de luces o sonido, a cocinar… todo tipo de cursillos a disposición.